
La apesadumbrada y auto-impuesta censura que nos gastamos los dominis en cuanto a todo lo que tiene que ver con la representación visual de los placeres sexuales se retrata de manera elocuente en esta foto. Las múltiples lecturas de la pose en cuestión, abiertas a muchas conjeturas, bien se debería ahorrar la perspectiva gay que yo puedo ofrecer sin ambages; sin embargo no me desaliento, puesto que yo, a diferencia de tantos y tontos, no me auto descalifico y mucho menos me auto-censuro; así pues me entristece saber que el pezón, ese punto cardinal y nodal en la anatomía sexual de la mujer, se haya desfigurado y hasta ofuscado en esta fotografía. Deberíamos poder apreciar visualmente la totalidad del seno, río nutriente del que todos hemos bebido ya como infantes o como adultos, pues es de su totalidad que la capacidad amatoria de los labios pueden aferrarse a las tetas encantadoras de toda mujer; ya sea la larga y desembocada de una anciana en las planicies africanas donde el viento y el sol se encargan de erosionar la piel de manera escandalosa o en la Hollywoodense perfección de las glándulas mamarias de una Sharon Stone, la Selma Hayak o la perfecta perdición personificada: Angelina Jolie! Ay de las capacidades erógenas de un apéndice torácico tan adorable... ay de las tetas y sus posibilidades.....
Desafortunadamente las artes visuales dominicanas no se han beneficiado de las aperturas y aproximaciones hacia el cuerpo, la sensualidad y el deseo carnal que se han dado en muchas otras partes del mundo actual, el cual ha sido encantado por las imágenes como “en antes” las serpientes encantaban el público en las ferias de los pueblos. A propósito de lo explicado anteriormente pienso en un viejo amigo Santiaguero pintor y homosexual en el closet profundo cuyo “onirismo” y auto censura le llevaba a pintar plátanos en vez de los gloriosos “binbines”, que era lo que yo intuía que él deseaba en sus obras; peor aún me remonto, vía los recuerdos, a esa expresión popular de nuestros artesanos los cuales han hecho famosas unas muñecas de cerámica, las bien llamadas “descaradas.” Todas ellas están vestidas, pero todas sin rostros, sin detalles que pudieran definir la belleza de unos labios carnosos, de unos ojos profundos; penetrando esta línea de pensamiento me traslado a todas esas coloridas mujeres de Bidó, físicamente des-tota-lizadas y con palomas por todos los hoyos, pero de voluptuosidad ausente; y qué decir de las morenas fantásticas de Severino fatalmente cubiertas por un manto de encajes ibéricos hasta el cuello. Que se hizo del culo emblemático de las y los morenos del Caribe? Si nos remontamos a los griegos de unos cuantos siglos atrás, los cuales han sido considerados como la génesis de la “civilización” occidental, notamos que sus artes nos han ofrecido variadas y tentadoras representaciones del miembro viril masculino (valga la redundancia); entonces no me queda mas remedio que desenredarme la cola pensando cuantas imágenes visuales del bello obelisco pélvico Quisqueyano -con el cual los Dominicanos nos hemos hecho famosos y ricos en la diáspora- se producen, exhiben, o venden? (Gracias a Dios que Kristen Bjorn –ese semi-Dios de la pornografía gay- nos filmó en los cafetales, en los platanales, nadando desnudos en los ríos y fornicando en los cañaverales inhóspitos en su ya famosa película: Caribbean Beat.) Definitivamente tenía que ser un extranjero el que nos re-descubriría seis siglos después!
En cuanto al tema de la representación de “la carne” Dominicana en Dominicana puedo embarrar otras telas. Creo firmemente que la principal auto censura en las artes, sean estas visuales o no, la define el mercado. Mi lógica: Mientras más te atreves a mostrar menos vendes o exhibes; mientras más explicito en tus descripciones literarias menos publicarás y así sucesivamente hasta la saciedad y la suciedad que es el maldito mercado. Se nos complica la escena pues en el caso de nuestra media isla, mas de treinta años de dictadura fascista nos castró estéticamente frisándonos en tiempo y espacio; el resto del daño se lo achaco a la iglesia católica reaccionaria y machógena que nos gastamos en Dominicana, cuya hipócrita moral y su solemnidad sepulcral nos manda a que abandonemos el cuerpo y los placeres de la carne (y por supuesto todas sus representaciones!) Como bien lo dijo Arthur Miller hace 57 años: “The whole Christian interlude has been a denial of life, a denial of God, a denial of the Spirit. Freedom has not even been dreamed of yet.”
Pero regresemos a la bolita: En que pensaba el fotógrafo cuando nos ofrece una catástrofe sensorial de tal magnitud? Cuán mudo puede el seno estar sin el fino oído que es el pezón?
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